Que quinten la vigésimo séptima temporada de Operación Triunfo o que cancelen cualquier serie de creación nacional (dicho sea de paso, por algo será), a Artemisa se la trae al pairo. Pero que series como Rubicon decidan dejarla en un sola temporada, eso ya son palabras mayores. Rubicon, una serie de intrigas políticas, de luchas de poder, de dinero, de corrupción (ríete tu del caso Malaya o de los trajes de Camps), una serie en la que no sabes quienes son los buenos y quienes los villanos (por lo menos a Artemisa le costó varios capítulos descubrirlo), que te tiene intrigada desde el primer capítulo, que acabas de verlos con la sensación de no haberte enterado de nada, ni tan solo sabes si sabes de qué va la serie, menos mal que sobre la marcha empiezas a pillar algo. Se trata de una serie que os recomiendo encarecidamente para despertar las neuronas dormidas y aletargadas de este largo, frío y aburrido invierno. Como aliciente adicional tiene que transcurre en New York, pero con una perspectiva diferente al New York de las tiendas y los grandes museos, y eso siempre es un aliciente adicional. El pero que tiene, tal y como os he anticipado en el inicio de este post, es que no hay más temporadas, y el final te deja ese regusto “con-lo-interesante-que-acaba-y-nunca-sabremos-que-sucederá”, pero aún así vale la pena verla. Series como esta saben muy bien jugar con el espectador y tienen la baza de; ojo!! espectador hay que estar atento que no te lo voy a dar todo hecho. Si queráis salir un poco de los mono temas hospitales y derivados, y si queréis llenar el vacío que os ha dejando Downton Abbey esta es una buena opción, palabra de Artemisa.