Lejos, en alta mar, vivía un pez. Pero no era un pez corriente, no. Era el pez más bonito de todo el océano. Su vestido de escamas relucía con todos los colores del arco iris.
Los otros peces admiraban sus escamas multicolor. Le llamaban "el pez irisado".
-¡Ven, pez irisado!¡ Ven a jugar con nosotros!
Pero el pez irisado pasaba siempre de largo, callado y orgulloso, y hacía brillar sus escamas.
Un pececito azul lo persiguió nadando.
-¡Pez irisado, pez irisado, espérame! Dame una de tus escamas brillantes. ¡Son preciosas, y tienes tantas!
- ¿Que te regale una de mis escamas? ¡Pero que te has pensado!- gritó el pez irisado- ¡Anda va, márchate!
Asustado, el pez azul se alejó. Excitado, le explicó a sus amigos lo que le había dicho el pez irisado.
A partir de aquel día nadie quería tener nada que ver con él. Se daban la vuelta cada vez que pasaba.
¿De qué le servían ahora al pez irisado sus maravillosas escamas brillantes, si ya no las admiraba nadie?. Ahora era el pez más solitario de todo el océano.
Un día fue a quejarse a la estrella de mar:
- Pero si soy muy bello. ¿cómo es que no le gusto a nadie?.
- En una cueva, detrás del banco de coral, vive el pulpo Octopus. Tal vez él te pueda ayudar- le aconsejó la estrella de mar.
El pez irisado encontró la cueva. Estaba muy oscura. A penas se veía. Pero de repente aparecieron dos ojos brillantes que lo miraban.
-Te estaba esperando- dijo Octopus con una voz profunda-. Las olas me han explicado tu historia. Escucha mi consejo: regala a cada pez una de tus brillantes escamas. Entonces ya no serás el pez más bello del océano, pero volverás a ser feliz.
-Pero...
El pez irisado quería añadir algo pero Octopus ya había desaparecido. "¿Regalar mis escamas?¿Mis escamas tan brillantes y hermosas?- pensó el pez irisado, horrorizado- ¡Jamás de los jamases!¡No! ¿Cómo podría ser feliz sin ellas?.
De repente sintió un ligero golpecito de aleta en uno de sus costados. ¡Volvía a ser el pececito azul!
-Pez irisado, por favor, no seas malo. Dame una de tus escamas brillantes, una pequeña.
El pez irisado se quedó dudando. "Una escama brillante pequeñita- pensó-, casi no la echaré de menos".
Con mucho cuidado, el pez irisado se arrancó de su vestido la escama brillante más pequeña.
-¡Toma, te la regalo!¡Pero ahora déjame en paz!
-¡Muchas, muchas gracias!-contestó el pececito azul, loco de alegría-. Eres muy bueno, pez irisado.
El pez irisado se sentía muy extraño. Siguió con la mirada al pececito azul durante mucho tiempo, viendo como se alejaba, contento, haciendo zig-zags dentro del agua.
El pececito azul se deslizaba como un rayo dentro del agua, con su escama brillante. De manera que el pez irisado pronto se encontró rodeado de otros peces. Todos querían una escama brillante. Y, mira por donde, el pez irisado repartió sus escamas aquí y allá. Y cada vez le hacía más ilusión. Cuanto más brillaba el agua a su alrededor, mejor se sentía entre los otros peces.
Finalmente sólo le quedó una escama brillante. ¡Había regalado todas las otras!¡ Era feliz, feliz como jamás lo había sido!
- ¡Ven, pez irisado, ven a jugar con nosotros!- dijeron todos los peces.
-¡Ya voy!- dijo el pez irisado, y se fue contento con sus nuevos amigos.
Esta bonita historia ya hace tiempo que corre por el hogar de Artemisa, a ella le encanta la sonoridad del título
“El Peix irisat”, y el cuento le parece una buena manera de enseñar a los cachorros que compartir nos hace mejores, más felices y nos podemos divertir más. Artemisa en las rebajas de Bershka encontró su “peix irisat” por 0,99€ (gran compra!!!!), en lugar de enseñároslo sin más, le ha parecido un pretexto ideal este fantástico cuento infantil.
Mi peix irisat
También os deja una selección de “peixos irisats” que ha encontrado en la red.
Lo que quedó del
Peix irisat (
Etsy)
Peix irisat versión japonesa
(Etsy)