CARTA DE UNA ADULTERA

“Anoche mientras tú te reponías, cogías energía para seguirme el ritmo, para proporcionarme innumerables momentos de placer, te fui infiel. No por mucho tiempo, el sueño me venció enseguida. En mi defensa debo alegar que no fue del todo culpa mía, que alguien deliberadamente lo cruzó en mi camino y, claro, soy débil y no pude reprimir mi voraz deseo de más. Te echaba tanto de menos que busqué el consuelo en otros brazos, soy débil. También te podría decir que no volverá a suceder jamás, pero mentiría si lo hiciera, siento flaquear mis piernas ante semejante embuste, nunca se me dio bien no decir la verdad. Debes comprenderlo, a él hace muchos años que lo conozco, ha sido un fiel compañero de viaje, nunca me pidió nada cambio, tiene un gran corazón y llevó con resignación y dignidad mis escarceos, anoche cuando volví a su brazos me acogió cual hija pródiga, sin un solo reproche, sin una mala cara, sin una sentencia que me recordará que a él también le fui infiel.”

Confesiones de Artemisa a su Kindle mientras este se carga y ella vuelve a ÉL, el libro físico.